Las esporas de moho crecen cuando se depositan en lugares donde hay humedad excesiva, como en aquellos donde hubo filtraciones en techos, tuberías, paredes o macetas, o donde hubo una inundación. Muchos materiales de construcción proveen los nutrientes adecuados para estimular el crecimiento del moho. La exposición a ambientes húmedos y con esporas podría causar diferentes efectos en la salud ya que algunas personas son sensibles a las esporas. Las esporas son cuerpos microscópicos muy importantes en los los ciclos vitales biológicos de plantas, algas y hongos. Estos últimos producen esporas salvo algunos que no lo hacen que se denominan hongos asporógenos. Las esporas constituyen la forma de reproducirse de los mohos, uno de los principales tipos de hongos que suelen desarrollarse en lugares húmedos y con poca luz. Son sustancias alérgenas que se pueden desarrollar en el interior de una vivienda sobre todo alrededor de aparatos sanitarios y lavavajillas. Para evitar su desarrollo la humedad en el interior de una casa no se debe superar el 50%, por lo que unas condiciones de ventilación adecuadas son esenciales para prevenir su aparición. La ventilación debe ser especialmente exhaustiva en cocinas y cuartos de baño. La presencia de hongos puede producir reacciones alérgicas que crean síntomas como la congestión nasal, irritación de los ojos o respiración lenta. En algunos casos pueden darse reacciones más severas como la fiebre y dificultades a la hora de respirar. Las personas con enfermedades crónicas, como la enfermedad obstructiva de los pulmones, pueden llegar a presentar infecciones de moho en los pulmones. Algunos mohos especialmente tóxicos pueden producir micotoxinas que pueden tener consecuencias muy graves para la salud en algunas personas.
Con respecto a los parásitos, se llama parasitismo a la relación que se establece entre dos especies, ya sean vegetales o animales. En esta relación, se distinguen dos factores biológicos: el parásito y el huésped. El parásito vive a expensas de la otra especie, a la que se le denomina huésped. El parasitismo intestinal se presenta cuando una especie vive dentro del huésped, en el tracto intestinal. Pueden ser ingeridos por frutas mal lavadas, manos sucias, comida mal conservada, etc. Hay que lavarse las manos con bastante agua antes de preparar los alimentos o comer y después de ir al servicio sanitario. También es importante lavar bien las frutas, los vegetales y verduras que se comen crudas. En el estómago se pueden llegar a alojar una gran cantidad de bacterias y hongos inofensivos y hasta útiles, aunque también son un excelente medio para que otros microorganismos, como los parásitos intestinales se alojen. Existen diferentes tipos de parásitos intestinales y los hay de muchos tamaños y formas. Suelen causar síntomas generales como diarrea, mala absorción de nutrientes y pérdida de peso, gases, comezón en el ano, distención abdominal, úlceras y en casos agudos vómitos. Entre los mejores alimentos o hierbas contra los parásitos están los siguientes: Ajo, aceite de oliva extra virgen, limón, romero, cebolla, semillas de calabaza y semillas de anís. Se deben eliminar de la dieta todos los azúcares y alimentos procesados, en especial las harinas blancas y cereales de caja, así como las carnes rojas, huevo, la leche de vaca y sus derivados.
Sin embargo esto no está provocando todavía una disbiosis a nivel del equilibrio microbiano intestinal. La disbiosis, o ese desequilibrio de nuestra microbiota intestinal, tiene lugar cuando hay un exceso de bacterias perjudiciales, una falta de bacterias indispensables o una alteración completa de nuestro ecosistema bacteriano. Tener una mayor diversidad de los microrganismos que habitan en nuestra microbiota también nos influye, ya que se traduce en más beneficios para el huésped, es decir, para nosotros, según todos los estudios. Se ha demostrado, por ejemplo, que los niños con menor diversidad microbiana intestinal presentan una mayor susceptibilidad a sufrir alergias o asma.
- Pasando al tema de los tres marcadores metabólicos que mencionas, no son exactamente lo mismo aunque sí intrínsecamente relacionados:
El sistema gastrointestinal está formado por los órganos por donde pasan los alimentos y líquidos cuando se tragan, digieren, absorben y salen del cuerpo en forma de heces. Estos órganos son la boca, la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso, el recto y el ano. El tracto digestivo es una parte del aparato digestivo. También se llama tracto alimentario, tracto gastrointestinal, tubo digestivo y tubo gastrointestinal. Sin embargo cuando en el informe se habla de intestino, se refiere a un órgano fascinante y complejo, con profundos efectos sobre la salud digestiva y el bienestar general. Aproximadamente siete metros mide el intestino humano. Tan solo un metro de esta impresionante longitud corresponde al intestino grueso, mientras que el resto le corresponde al intestino delgado, situado antes de éste y lleno de curvas. Las funciones de ambas porciones del intestino son numerosas y están perfectamente sincronizadas. La parte principal del trabajo de digestión por el tracto gastrointestinal se realiza en el intestino delgado. Recibe el bolo alimenticio del estómago, bien mezclado y aderezado con jugo gástrico, y comienza directamente a procesarlo. Por lo tanto, el intestino conforma un aparte del sistema gastrointestinal.
Y cuando hablamos del equilibrio microbiano intestinal, se hace referencia a la composición de nuestra microbiota intestinal a nivel bacteriano. Cuando se produce un desequilibrio en la composición bacteriana, conocido como disbiosis intestinal, éste puede afectar a nuestra salud. Por otra parte, se denomina eubiosis cuando nuestra microbiota está “normal” o en equilibrio, es decir, cuando nos podemos beneficiar de sus efectos sobre la salud a nivel metabólico, inmunitario, neuronal y de barrera protectora. Por eso es tan importante mantener una buena flora intestinal y un buen equilibrio bacteriano.